Como lo prometido es deuda, aquí estamos escribiendo desde Filadelfia.
Lo primero de todo, e necesario decir que creo que mis (de Nuria) muelas del juicio me consideran culpables, porque me han condenado a morir lenta y dolorosamente. Una vez dicho esto, vamos a lo interesante de verdad.
La marcha empezó ya antes de salir de Barajas: el ESTA (registro en la web del gobierno estadounidense para avisar de que vas a ir y que ellos lo acepten) de Miguel daba problemas que resultaron ser que había puesto una letra de sobra en el pasaporte (que en teoría no estaba mal, pero las máquinas del aeropuerto no lo daban por bueno) hubo que ir al mostrador de Viajes El Corte Inglés y hacerlo de nuevo, con el pago de los 24$ otra vez incluido y con la espera de unos 20 minutos subiéndonos por las paredes por si el gobierno e EEUU no lo aceptaba en el momento y no podíamos volar también incluido.
Como podéis inferir sin mucho problema, todo se solucionó al final.
Salimos de Madrid con casi una hora de retraso y en el avión nos sentaron al lado de unos estadounidenses que venían de hacer el camino de Santiago. Directos. Sin pasar por la ducha. Ocho horas. Nada más que añadir al respecto. Por lo demás el vuelo normal: fresquito y con una cantidad ingente de comidas que destrozan los biorritmos de cualquiera para que ese cualquiera no siga con el cuerpo acostumbrado a las comiditas de mamá a las horas españolas.
El control del aeropuerto pasó sin pena ni gloria, cada uno con un federal diferente, pero los dos se extrañaron del poco dinero que llevábamos para dos meses y nos preguntaron si llevábamos tarjeta de crédito para emergencias... Si en el fondo son majos...
Cogimos el tren a la ciudad y después de media horita llegamos a nuestra parada, anduvimos diez minutos (en los que nos dio tiempo a descubrir que el bus que tenemos que coger para Washington sale de al lado del albergue y eso mola mucho).
El albergue es muy moderniqui, limpio, céntrico y chachi en general. Estamos en una habitación para parejas. Suena raro, pero es una habitación en la que hay grupos mixtos, parejas y chicas solas, pero no puede haber chicos solos. Es muy grande y estamos casi solos. Además, tiene baño de chicas que está normalmente vacío, así que todo es muy tranquilito. El único fallo es que debe de tener termostato y el aire acondicionado se enciende a ratos por la noche y hace un ruido infernal.
Por lo demás es destacable la hiperlimpieza, lo guay que es la cocina y que todo el mundo friega sus platos (de Ikea) con el detergente rosa subrayador que está en boted guays de diseño de Ikea, seca los platos con paños de Ikea y come en mesas de Ikea, bebe en vasos de Ikea y duerme en camas de Ikea, con colchones y almohadas de Ikea. Las paredes son verdes y naranjas o de ladrillo visto, con cuadros y trocitos de espejo haciedo formas. En fin, que es un lujo de albergue. Y tiene actividades: ayer cena gratis y hoy copas gratis y luego todos se han ido de bares juntos con gente que trabaja en el albergue (los jetlagosos no podíamos con nuestra alma y hemos decidido limitarnos a las copas).
Nada más llegar al albergue conocimos a un chico y una chica españoles, muy majos, que hoy se han ido a Nueva Jersey para trabajar allí durante cuatro meses en un parque de atracciones, y justo después de conocerlos tuve una pelea con mi maleta y ella ganó, así que acabé en el suelo de las escaleras con uno de los dos pantalones largos que tengo para dos meses roto y una herida un poco fea y un poco profunda en la rodilla. Nada grave, creo que no voy a morir. Al menos no ahora y al menos no por esto.
Hoy hemos dado una vueltecilla hasta bastante lejos del albergue, hemos visto un montón de cosas y hemos ido a Chinatown, que tiene una puerta china muy chula que ya veréis cuando no muera de cansancio y pasemos las fotos al ordenador.
Hemos estado en supermercados chinos en los que no te sacan los ojos y todo lo que te dejes sacar, como en el resto de supermercados de Filadelfia, y hemos comprado galletas de algas que me recuerdan mucho a las de Cris de Toronto, sol que están rellenas como de una pasta de algas y arroz. Están mmmmmm. También veréis fotos.
De momento y sin fotos eso es todo.
(Miguel subiendo las escaleras del Museo de Bellas Artes cual Rocky)
(Lectura de la Carta de Derechos)
(Chicles de muñequitos en Chinatown)
(Ayuntamiento de Filadelfia)
Tendréis más noticias en breve, aunque probablemente esperemos a no morir de jetlag y de pies antes de volver a escribir (o sea, que le echéis un par de días).
El primer día que llegué a Pekín vi una puerta china que se debe parecer a la que visteis vosotros y pensé "ah, aquí debe empezar Chinatown". Albergue Ikea es bien.
ResponderEliminarMe gusta tu traducción domesticada en la parte de inglés.
ResponderEliminarChicuelos son Garnacho, pasadlo muy bien, y pasaros por el heart attack grill, que quiero conocer a alguien que haya estado en el restaurante de la muerte. Si no os viene bien, no importa os desviáis.
ResponderEliminarHello, y hasta ahí llego.
ResponderEliminarMucho calor aquí, con pelín de sudor, tendieno a subir. Cuidate la rodilla y ya sabeis, mejor Ikea
que desconocidos cacharros. Besísimos, Charo.
Bienvenida al club de las rodillas muertas. Cuidate la herida y deja de caminar tanto o te pondrá miguel una pata de palo, pero una pata de palo de ikea, que mola más y así haces juego con el mobiliario filipino, osea, de fili :)
ResponderEliminar4 dias sin noticias. Que tal el queso en Philadelpia? Imitasteis a Rocky? Cuidate la rodilla.
ResponderEliminarEsperamos noticias.
Tomaré nota de lo del pasaporte para intentar evitar que me pasen cosas así.
ResponderEliminar¿Por qué chicos solos no? Pobrecitos...
Interesante crónica.
Laura (La abstemia, para que sepáis quien soy o ponedme otro calificativo si queréis y me lo apropio)